sábado, mayo 10, 2008

Gas

Ahora tenes la sensación de que ese no fuiste vos. Pero lo hiciste. Llevaste la almohada y la pusiste en el horno, prendiste el gas y ese olor agrio que se sintió dulce. Fue como tener sexo por primera vez. Gozabas, gozabas tanto con la imagen de tu cuerpo ahogado, con la cara de tus viejos que después de cuatro días te verían sin vida. Fue el instante. Necesitabas hacerlo para sentirte útil para algo. Ese acto se convirtió en un ritual, en un deporte extremo: todos los días después del trabajo llegabas y te explotabas la cabeza con un poco de gas, "hasta que saltara la primera lágrima" esa era la consigna. Te sentías harto. Tu jefa con ese discursito de prolijidad, de perfección en tiempo y forma como si fuese la salvación para todo ser humano llenar unos formularios de mierda una y otra y otra vez. Tus viejos y ese interés fingido, ese amor eterno e incondicional que siempre fallaba, discursitos berretas de libro de autoayuda, memorias personales, pero nunca nunca nada. El afecto siempre venía después de las notas de la facultad y del alquiler del departamento pago. El "si tan solo" que usabas antes, el momento de iluminación ya te hinchaba las pelotas. Tu razón siempre pedía "Diez horas más", siempre tan correcta, y otra parte de vos, esa que tiene que ver con otros mundos (más improductivos y eficaces) jugaban un ajedrez que sólo se podía descifrar leyendo las instrucciones para escribir un poema de Tzara. Ahí está tu cuerpo, fragmento de lo que pudo ser, Syd Barret del subdesarrollo, Tanguito contemporáneo, a sólo seis cuadras de La Perla del Once, a sólo cinco minutos de la plaza Miserere,ahí estas: muerto en vida actuando el peor papel que te toca, el único que sabes actuar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola massone
me encanta me encanta me encanta

te quiero mucho mariano massone,
fuerza amigo,
ya se que un texto que diga "soy feliz, me gustan los arboles" seria bastante poco atractivo... pero espero algun dia poder leerte así,

porque me encanta rimbaud y su muerte africa
o hendrix y su pequeña ala
pero cuando se trata de amigos, los poemas no valen vidas.


belencio.

www.hasenviadounzumbido.blogspot.com