lunes, noviembre 12, 2007

Crónica de cumpleaños

no hay técnica
sólo percepción
percepción es escritura

Niño magenta antes vagaba por los centros infinitos de una biblioteca siniestra. Como monje, buscaba ese libro que le diese EL significado.
Un día, después de tanto buscar, encontró tras de sí un conjunto muy grande de ovejas, cada una tenía su color: había violetas, rojas, amarillas, verdes, azules. Pero no había ni una oveja color cian.
Niño magenta se vistió de niña. Poco a poco, fue difuminando su sexo y su sexo se convirtió en un agujero, un espacio nada, no espacio también.
Parecía ser extramundo. Vagó por la biblioteca. Se dio cuenta de que había que sacar las ovejas afuera e ir mostrándoselas a todo el mundo para que alguien le diga qué era eso que le faltaba.
Muchos le dijeron el blanco, muchos le dijeron el negro. Pero él no quería la falta o el exceso de luz. Quería un color.
Un día, abrió un hueco en la biblioteca. Encontró un mundo amplio. Vio que todos sus habitantes llevaban ovejas, algunos más, algunos menos, pero todos llevaban esas cositas ahí detrás siguiendoles.
-¿ Qué es esto?- preguntó.
-El mundo.- le dijeron.
Y tuvo que conseguir una cueva. Allí juntó a todo la gente que podía invitar, quiso que vinieran todos, los que conocía y los que no. Se mostró magenta y dejó que las ovejas flotaran por su cuevita llenándola de color, entorpeciendo un poco el movimiento, molestando un poco y todas las cosas que pueden hacer unas ovejas sueltas por ahí.
Era tal la confusión que producían que él no podía ver si estaba eso que le faltaba. Entonces se dijo a sí mismo: "tenemos dos ojos y una boca".
Se tomó un refresco y empezó a hablar y las palabras le salían sin cesar y hablaba y miraba para todos todos todos todos lados y era bueno malo feo lindo al mismo tiempo con una increíble velocidad. Estaba mareado y redondeleando. Siendo niñoniña pudo entrever ese colorcito que le faltaba. Era el cian dijo. Me falta un cian, y el cian estaba sentadito ahí. Mirando sin hablar.Callado y alegre. Algo simple en apariencia, pero siempre muy atento y no, no era una oveja, era un niño.
Se fue con el niño cian a bajar y subir ascensores, dejando que las ovejas hicieran lo que quisiesen.

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